028 – Llegada a Beijing (II)

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Merodeando alrededor de la puerta de la paz celestial te das cuenta del número de turistas chinos que hay por Beijing. Si, ellos también se lo pasan pipa haciendo turismo, y el número es abrumador.

Una chica nos intentó vender un viaje a la muralla china, cosa que no teníamos pensado hacer hasta la vuelta, pero decidimos ir tanteando. Mientras tanto, había un par de personas que nos miraban atentamente, y claro, tras unos minutos le preguntamos a la chica que pasaba. Ante nuestra sorpresa estaban esperando a sacarse una foto con nosotros, «es que son de las provincias» nos decía la chica (como si yo no fuera de un pueblo de 2.000 habitantes…).

Increíble encontrar en Beijing, una capital tan poblada gente que aún se sorprende de ver occidentales, y es que como más tarde nos daríamos cuenta, Beijing es como un gran pueblo, no tiene nada que ver con otras grandes ciudades.

Confirmado. No todos los chinos son tan bajos como dicen (y yo quedando humillado...)

Confirmado. No todos los chinos son tan bajos como dicen (y yo quedando humillado...)

Tras ello y coincidiendo con el anochecer decidimos irnos hacia la calle Wangfujing, unos 10 minutos al este desde la plaza Tian’an Men.

Calle Wuangfujing. Fuente: Google Maps

Calle Wuangfujing. Fuente: Google Maps

Es una calle peatonal muy occidentalizada, es decir, Kentucky Fried Chickens y Mc Donalds por todas partes, así como tiendas de recuerdos, ropa, jade, té… y restaurantes. Aunque sin duda hay que visitarla, ya que escabulléndote por uno de los callejones laterales te encuentras un mercado de comida muy interesante. En él es donde se pueden encontrar brochetas de todo tipo: escorpiones, estrellas de mar, serpiente, larvas… aunque también restaurantes de fideos y multitud de puestos con todo tipo de souvenirs dispuestos en las estrechas callejuelas.

A la rica brocheta!!!

A la rica brocheta!!!

También es recomendable darse un paseo hasta el final de la zona peatonal de la calle, ya que en él también se encuentran una multitud de puestos con brochetas de todo tipo, arroz, fideos,… Aunque no te atrevas a probarlos, bien merece la pena darse un paseo. Al final me vine con la espinita de no comerme una sana brocheta de escorpión…

De aquí decidimos retirarnos ya que el siguiente día comenzaríamos el tour, no sin antes dejarnos caer por la Ciudad Prohibida.