057 – Xi’an. Llegada y primera toma de contacto

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Llegados a la estación de Xi’an nos reagrupamos, veníamos en distintos vagones. La noche en el tren litera fue muy bien, sabíamos que la repetiríamos. Salimos a la calle, mucha gente, volvemos a estar en una gran ciudad…

Programada la duración de la estancia, sabíamos cuando queríamos salir de allí, por lo que como siempre fuimos a comprar los billetes de tren y como siempre, no había. Haces cola durante más de media hora en la ventanilla del «english counter» y cuando llegar, te miran raro y con suerte se cambian con otro que habla «algo» más de inglés.  Billetes agotados. Pero, como… ¿Para dentro de tres días? Pues si… Decidimos intentarlo por otros medios…

Cogimos alojamiento en un youth hostel cercano a la estación (a unos 10 minutos), el Qixian – 7 Sages. El lugar no está mal, aunque para nuestro gusto quedaba algo alejado del centro y habría habido mejores opciones, como nos daríamos cuenta posteriormente. Pero tampoco teníamos excesivas ganas de cargar con la mochila por todo Xi’an para cambiar de hostal y para ir solamente a dormir tampoco nos molestó excesivamente.

Por localización y servicios aconsejaría el Bell Tower International Hostel, justo al ladito de la torre de la campana, en pleno centro, y para llegar hasta él se puede tomar un autobús desde en frente de la estación. Otro inconveniente del Qixian es que no gestionaban los billetes de tren, mientras que por ejemplo en el Bell Tower si. Pros del lugar, está en una zona muy tranquila.

Mochilas dejadas, próximo objetivo: Billetes de tren. En nuestro hostal no los gestionaban, intentamos en el Bell Tower: Ni un billete para los próximos días, y ya que teníamos el crucero por el Yangtse atado desde aquí (lo único) no podíamos retrasarnos. Agencias de viajes: Tampoco lo gestionaban. Al final y tras gastar medio día decidimos ir en avión y cogimos el billete desde nuestro propio hostal.

Ahora, libres y en el centro, pudimos hacer una pequeña aproximación a Xián.

Ya que las teníamos al ladito, empezamos por la torre de la campana y del tambor.  Unos clásicos de Xi’an, aunque también de cualquier otra ciudad china que se precie. Son torres que en su día guardaban lo que su propio nombre indica. Hacían sonar la campana  al amanecer para comenzar al actividad de la ciudad y abrir sus puertas y el tambor al anochecer para lo contrario.

La primera de ellas data de la dinastía Ming. Es uno de los símbolos de Xi’an y se encuentra en el centro geográfico de la ciudad, ya que de ella parten las principales avenidas. Está situada una de las rotondas más caóticas que he visto en mi vida: muchísimo tráfico, coches y motos parados en medio, los carriles sin marcar (3, 5, 10?), gente haciendo footing… Afortunadamente y para no jugarse la vida, tiene un paso subterráneo por el que se accede. Anteriormente parece que estaba situada en otro lugar pero fue movida y situada en el actual por alguna razón que desconozco.

Aunque el edificio es elegante y está bien conservado, no tiene mucho para ver. Tras ver el interior del mismo y subir a los pisos superiores para ver las vistas, la visita puede darse por finalizada, a no ser que te animes a tocar la campana por unos pocos Yuanes. Aconsejo echarle un vistazo al anochecer, ya que la torre queda iluminada, dándole una apariencia impresionante.

Justo en frente, visible desde la primera torre, se encuentra la torre del tambor.

El edificio es similar al anterior, aunque de planta rectangular y de colores quizá menos vivos. El exterior del edificio está rodeado de enormes tambores, que  hacen que uno no pueda resistirse a darle un buen zambombazo…

Dentro de las dos plantas visitables que tiene unas pequeñas exposiciones, tienda de souvenirs (como no…), y un pequeño escenario donde hacen varios espectáculos de percusión al día. Nosotros tuvimos la suerte de ver uno de ellos y resultó bastante interesante, aunque los artistas fueran unos chavalillos y no derrocharan mucho entusiasmo…

Ya que resulta de mucha ayuda, comentar que la oficina de información y turismo de Xi’an (o al menos la única que encontramos) se encuentra justo en el edificio contiguo a la torre del tambor.

Tras visitar ambas torres, y ya que estaba anocheciendo, nos adentramos en el barrio judío partiendo de la parte trasera de la torre del tambor. Calles llenas de gente, puestos de comida, gente,  puestos de recuerdos y más gente, aunque fundamentales para ver la auténtica vida de Xi’an. Seguro que algún puesto de comida o algún olor extraño tampoco deja indiferente.